sábado, 11 de octubre de 2014

Sin apenas darnos cuenta



Esta semana he tenido la reunión del colegio del astronauta mayor. Sabe hacer ventanas en las casas de sus dibujos, pone boca y ojos a los monigotes y al final de curso acabará sabiendo casi todas las letras. Mi astronauta mayor escribe su nombre en las fichas, aprende las estaciones en inglés y es capaz de llevar su carpeta ordenadita a la cajonera. No estoy presumiendo, no, es más dramático el asunto. El niño hace eso y más mientras el padre astronauta y una servidora no somos conscientes.

¿¿En qué momento ha crecido tanto?? Y lo que es peor, ¿¿dónde estaba yo?? (poniendo cualquier lavadora, cosiendo un botón o haciendo puré.... seguro). Pero, ¿dónde he estado yo, dónde?

Ma-máaaaaaaaaaa.
Ya no es un bebé y eso tendré que empezar a asumirlo. De esto a mandarme whatsapp con él hay un paso, asumido.




Lo fugaz del tiempo me tiene tocada, eso desde hace años pero ahora cada vez me asombro más. Así que me propongo fírmemente enseñarle todo lo que pueda cada día. Y como él siempre se pide las cosas el primero, esta vez me adelanto yo. Me pido leerle esos cuentos que siempre están en la parte de atrás de la estantería, pintar más a menudo con él y enseñarle a atarse los cordones. Todo con tal de oírle al menos una vez en la vida: esto me lo ha enseñado mamá :). Buenas noches

P.D. Eso sí, las margaritas las hace exactas a mí....


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